Por Jancarlos Jair Vega Lugo.
La decisión adoptada por el Congreso el día de ayer
por la noche (jueves 29.08)[1]
de derogar los artículos de las leyes que
obligaban a los trabajadores independientes a aportar al sistema de
pensiones, restableciendo que el abono sea libre y voluntario, definitivamente
envía señales de las que no deberíamos sentirnos orgullosos.
No es precisamente porque particularmente considere
mal que los trabajadores independientes ya no se encuentren obligados de
aportar al sistema de pensiones (público o privado). De por sí el esquema de
pensiones en nuestro país antes de la obligatoriedad de los hoy artículos
derogados, necesita una íntegra revisión.
Creo poco improbable no pensar que es muy “consecuente”
que una persona que repara un error en sus actos, se rectifique y procure
resarcir lo hecho, o los daños incurridos. Sin embargo, ciento (130) personas
que representan a algo más de treinta millones (30 000 000) de otras, y que han
sido elegidas para velar por los intereses de todo un país, ¿puede decirse que
es consecuente el que aprueba una Ley y luego, sin más, la deroga?
Considero que no. Acaso no resulta claro que el
Congreso de la República tiene una gran responsabilidad en sus manos. Que con las
leyes se puede conducir la marcha de un país. Acaso no existen mecanismos para
filtrar los proyectos de ley. Acaso no existen estudios técnicos y legales
previos a la aprobación de una Ley. Acaso no se realizada una análisis costo
beneficio de una Ley. La respuesta lastimosamente es EXISTEN, pero NO SE HACEN.
Y ¿qué sucede luego de estos? Tal vez, en las
semanas lo sabremos, la empresa AFP HABITAT, de considerarse afectada con esta
medida, demande al Estado peruano ante Tribunales internacionales (más
precisamente ante el CIADI).
A ello en el Congreso se dice: “No hay forma de que
AFP HABITAT gane al Estado. Sin pretender resolver el asunto de fondo, no se piensa
en el procedimiento que se podría aperturar ante esto: rondas de negociaciones,
viajes al extranjero de asesores, gastos propios de proceso y la distracción de
los esfuerzos en algo que bien puedo evitarse.
Además, los inversionistas que en algún momento
pensaron o piensan en invertir en nuestro país, acaso no dudaran de hacerlo con
actitudes como esta. Pues claro que sí.
No podemos declinar en seguir construyendo, en
reformar al aparato estatal, debemos de evitar tomar dediciones sobre la marcha
o como en este caso, borrar con el codo y
mancharse la camisa.